Carta del Superior general el 17 de febrero de 2025
Queridos oblatos y todos los hermanos y hermanas de nuestra familia carismática.
Estamos viviendo un tiempo de gracia que ilumina nuestra peregrinación. La celebración del año Jubilar de la Iglesia católica tiene para nosotros el aliciente añadido de ser un año de preparación para celebrar el 200º aniversario de la aprobación pontificia de nuestro Instituto y de sus Constituciones y Reglas. ¡Cuánta gracia derramada! ¡No lo dejemos caer en saco roto! Quisiera compartir con ustedes, con toda humildad, una pregunta que me habita desde el inicio del Año Jubilar.
- ¿Está Jesucristo realmente en el centro de nuestras vidas?
Esta pregunta nos la dirigió el papa, san Juan Pablo II, a todos los oblatos en su alocución a los miembros del Capítulo general el 2 de octubre de 1986. Era un Capítulo dedicado a discernir cómo ser misioneros en el mundo de hoy, un Capítulo que abrió una etapa de expansión misionera en nuestra Congregación. Aún recuerdo la conmoción positiva que produjo en mí esta pregunta presentada solemnemente por el papa. Un recuerdo agradecido por el bien que me ha hecho a lo largo de mi vida en las diversas misiones y servicios que la Congregación me ha confiado.
La pregunta Hoy, en el contexto de la celebración del Año Santo Jubilar, me vuelvo a preguntar, ¿está Jesucristo realmente en el centro de mi vida?
La clave de la vitalidad de nuestra familia misionera y la clave de la renovación que estamos buscando está en redescubrir a Jesucristo como centro de nuestras vidas y de todas las decisiones que damos tomar. En este contexto me siento interpelado por lo que nos propone la Constitución número 2 : «Escogidos para anunciar el Evangelio de Dios» (Rom 1, 1), los Oblatos lo dejan todo para seguir a Jesucristo. Para ser sus cooperadores, se sienten obligados a conocerle más íntimamente, a identificarse con Él y a dejarle vivir en sí mismos. Esforzándose por reproducirle en la propia vida, se entregan obedientes al Padre, incluso hasta la muerte, y se ponen al servicio del pueblo de Dios con amor desinteresado. Su celo apostólico es sostenido por el don sin reserva de la propia oblación, oblación renovada sin cesar en las exigencias de su misión”.
Dejémonos iluminar por el Espíritu Santo orando sin prisas con estas palabras. Acojamos en nuestros corazones el llamamiento a la conversión. Pidamos al mismo Espíritu el coraje de ponernos en camino con plena confianza en su elección y en su gracia. ¿Qué tenemos que dejar para seguir a Jesucristo? ¿Cómo conocerlo más íntimamente, identificarnos con Él y dejarlo vivir en nosotros? ¿Qué pasos dar para reproducirlo en nuestras vidas? ¿Cómo renovar nuestra oblación por la que ya hemos ofrecido nuestra vida al Padre, incluso hasta la muerte, para ponernos al servicio de su pueblo con amor desinteresado?
Solo con Jesucristo en el centro nuestras vidas misioneras tienen sentido. Solo con Él en el centro la vida comunitaria tiene sabor a Evangelio. Solo con Él en el centro somos capaces de salir de nosotros mismos y abrazar a los más pobres. Solo con Él en el centro nos dejamos evangelizar por aquellos a los que hemos sido enviados. Solo con Jesús en el centro nuestro amor a la Iglesia supera ideologías partidistas. Solo con Él en el centro nuestras estructuras e instituciones sirven para la misión, nuestras casas de formación forman santos misioneros, nuestras enfermedades o limitaciones colaboran en su plan de salvación… En definitiva, todo lo que podemos experimentar, incluidos nuestras propias contradicciones y pecados, alcanza una dimensión misionera cuando dejamos que Jesús esté en el centro de nuestras vidas.
Dediquemos momentos orantes de calidad para encontrarnos con Jesús y sentir que es Él mismo el que nos pregunta, ¿estoy realmente en el centro de tu vida, de tus sentimientos, de tus relaciones, de tus actividades misioneras, de tus decisiones, …? Nada puede sustituir el diálogo personal con Jesús, de corazón a corazón, para responder honestamente a esas preguntas. Pongámonos en camino como peregrinos para corresponder a la gracia de Dios en este año jubilar. Animémonos unos a otros a renovar nuestra oblación misionera como respuesta a Jesús que nos elige y nos envía.
2. Celebrar nuestras Constituciones y Reglas
Leemos en la C. 163: “Las Constituciones y Reglas indican a cada Oblato el modo de caminar siguiendo las huellas de Jesucristo. Se inspiran en el carisma que vivieron el fundador y sus primeros compañeros; además han recibido la aprobación oficial de la Iglesia. Permiten así que cada uno evalúe la calidad de su respuesta al llamamiento recibido y llegue a ser santo”.
Para ayudarnos a poner a Cristo en el centro de nuestras vidas tenemos una herramienta que cuenta con la confirmación autorizada de la Iglesia. Son nuestras CC y RR que nos ayudan a evaluar si de verdad estamos siguiendo a Cristo, si de verdad estamos respondiendo a su llamamiento de abrazar la vida oblata, si de verdad estamos en el camino de la santidad y si somos fieles a la misión que hemos recibido. Con toda humildad debemos reconocer que siempre podemos avanzar, siempre podemos hacerlo mejor. Poniendo nuestra confianza en el Señor siempre podemos dar nuevos pasos en esta peregrinación de esperanza. No nos lo impide nuestro pasado, ni la edad, ni las condiciones de salud, ni las circunstancias que nos rodean; al contrario, todo eso es lo que contextualiza y hace que tome carne nuestra oblación misionera.
Como misioneros estamos llamados a predicar el Evangelio viviéndolo con coherencia y humildad. Por eso en los últimos años se nos ha llamado a convertirnos y renovarnos. También se nos ha llamado a mejorar la calidad de nuestra vida comunitaria y la manera de vivir los consejos evangélicos al mismo tiempo que buscamos renovar nuestra misión. Me pregunto si hemos acogido las propuestas concretas de las CC y RR para vivir más evangélicamente. Muchas veces me sorprendo al leer con ojos nuevos algunos de los artículos de nuestras CC que retan mi vida en diferentes contextos misioneros o en diversas circunstancias de edad y salud. Tengo la experiencia compartida con otros de que el Espíritu Santo nos precede y nos ayuda para pasar de la lectura y la oración a la vida.
El 37º Capítulo general nos invita a leer, rezar y promover la animación para vivir las Constituciones y Reglas. En este año 2025 acogeremos muchas iniciativas que nos ayudarán a redescubrir nuestras CC y RR, entre ellas un nuevo comentario y nuevos materiales para profundizar en nuestras reuniones comunitarias. Estas herramientas han sido preparadas por tantos hermanos y hermanas que son expresión de la rica variedad de nuestra familia carismática. También los oblatos en formación primera y otros responsables de la formación permanente están realizando videos sencillos para poner las CC y RR al alcance de todos. Estas iniciativas se unen a una larga lista de materiales de gran valor producidos anteriormente que nos ayudan a rezar y evaluar nuestra vida con las CC y RR. ¡Tenemos una rica y abundante biblioteca que nos puede ayudar y nos está esperando!
Este esfuerzo tenemos que hacerlo desde una fidelidad creativa (C.168). Es importante tener en cuenta los diferentes contextos y condicionamientos en los que vivimos el carisma. Las CC y RR están formuladas de tal manera que dejan espacio suficiente para la creatividad y la adaptación. Una tarea bella que todos estamos llamados a hacer es contextualizar nuestro carisma acogiendo todo lo bueno procedente de las culturas, situaciones vitales y ambientes en los que vivimos. Así enriqueceremos nuestro patrimonio común. Más aún, cada uno tiene un don personal y único con el que contribuye a esa herencia común, un don que tenemos que compartir porque de alguna manera nos pertenece a todos. El discernimiento comunitario nos ayudará a superar la autorreferencialidad y ser fieles a los llamamientos del Espíritu. Se trata pues de aunar esfuerzos para, con la gracia de Dios, llegar a ser santos misioneros.
Pidamos al Señor una determinada y perseverante actitud para leer, rezar y vivir las CC y RR durante este año. Es la mejor forma de vivir el año Santo y también de prepararnos a la celebración del 200º aniversario de la aprobación pontificia de nuestras Reglas. ¿Se imaginan lo que puede ocurrir si todos durante este año nos embarcamos en esta aventura? ¿Por qué no pensar, con una esperanza que no defrauda, que esto dará muchos frutos de santidad misionera? ¡Qué bueno sería si nos ayudamos los unos a los otros en esta tarea compartiendo con toda la familia carismática nuestros descubrimientos!
- Algunas propuestas.
En mi carta del 8 de diciembre de 2024 hacía algunas propuestas para vivir el Año Santo Jubilar. Renuevo mi invitación a ponerlos en práctica. Quisiera ahora hacer nuevas propuestas orientadas a la preparación para celebrar en 2026 el 200º aniversario de la aprobación de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada y sus CC y RR.
- Que cada miembro de la familia carismática, durante este Año Santo Jubilar, evalúe su respuesta de seguimiento de Cristo leyendo, rezando y viviendo las CC y RR.
- Que cada comunidad oblata local proponga reuniones comunitarias y celebraciones para leer, rezar y vivir en común las CC y RR. Los retiros mensuales podrían ser momentos propicios. En algunos lugares esto se podría hacer junto con otros miembros de la familia carismática.
- Que cada Unidad Oblata organice la formación permanente y los retiros anuales de 2025 y 2026 basados en las CC y RR.
- Que los Oblatos en cada Institución o ministerio en el que sirven (parroquias, santuarios, escuelas, universidades, oficinas de JPIC, centros de espiritualidad, etc.) propongan al menos un acto público para presentar el carisma oblato desde las CC y RR a la sociedad y a la Iglesia local.
- Que en cada Unidad en 2026 se programe la celebración o celebraciones de acción de gracias por nuestra aprobación pontificia. Globalmente estamos trabajando para tener una Audiencia con el Papa de la que podremos dar más detalles próximamente.
Los santos son la encarnación del Evangelio. Los santos oblatos son la encarnación de lo que de Evangelio hay en nuestras CC y RR. Los que han sido beatificados y canonizados expresan maravillosamente diversos aspectos de nuestro carisma: acudamos a ellos para recibir inspiración. También hemos conocido a tantos que han sido para nosotros un estímulo para vivir nuestro carisma y entregarnos con más pasión a nuestra misión. Son oblatos, consagrados y laicos santos “de la puerta de al lado” que además interceden por nosotros. A María Inmaculada confiamos este Año Santo pidiendo que nos ayude a vivir los “dos jubileos” dejando que Jesús sea el centro de nuestras vidas y viviendo con mayor entrega nuestra oblación misionera.
Vuestro hermano peregrino de esperanza en comunión.
Luis Ignacio Rois Alonso, OMI
Superior general