La misión con los jóvenes es uno de los ministerios más significativos de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada: desde los primeros pasos de nuestra historia, ocupa un lugar destacado en nuestro apostolado. San Eugenio de Mazenod sintió, desde el comienzo de su ministerio sacerdotal, cuán decisivo era el trabajo con y para los jóvenes. Para el Fundador, nuestra presencia entre los jóvenes era esencial para la obra de evangelización. 

La pobreza general de la juventud actual no es sólo una cuestión de necesidades materiales, sino que se manifiesta también en una profunda pobreza espiritual que afecta a todas las dimensiones de la persona. Jóvenes que, al mismo tiempo, poseen una inmensa capacidad para transformar las situaciones, encarnando los valores evangélicos a través del carisma de San Eugenio de Mazenod.

Esta actitud suya se expresa con generosidad, en el compromiso con el que afrontan los retos,
en una auténtica apertura a la complejidad de la sociedad,
en su sed de espiritualidad, en su sentido de la justicia,
en su deseo de comunión profunda y en su pasión por sus semejantes.

Así, la misión con los jóvenes, declinada en el respeto de la diversidad de los contextos misioneros, tiene en su raíz la misma visión de conjunto, la evangelización de los más abandonados (R.7b). En esta misión, continuamos siguiendo los caminos trazados por San Eugenio, que nos llama a ayudarnos unos a otros a llegar a ser primero verdaderamente humanos, luego cristianos, y finalmente santos, reconociendo que éste es nuestro objetivo común. Sólo así la misión oblata ayudará a cada joven a descubrir su vocación y la llamada específica que Dios tiene reservada para cada uno.

Los jóvenes están cada vez más implicados en esta misión; no son meros agentes pasivos, sino protagonistas activos. Queremos que se sientan acogidos en nuestras comunidades, desafiándonos a nosotros mismos a parecernos cada vez más a San Eugenio, para poder ofrecer nuestro testimonio como hombres auténticamente apostólicos. Queremos ser evangelizados por ellos y considerarlos compañeros en nuestra misión con los pobres y los más abandonados.