Para entender la relación entre los oblatos y las parroquias, que muchas veces ha sido vivida en una tensión dinámica, hay que contemplar la Congregación y su íntima unión con la misión de la Iglesia Universal. En el Diccionario de los Valores Oblatos, obra que recoge los puntos más significativos del carisma oblato, bajo la voz “Iglesia”, leemos:

«Desde 1816, en el alba de la Congregación, Eugenio comprende que Dios llama a los oblatos a devolver su esplendor a la Iglesia, a “hacer que vuelvan al redil tantas ovejas descarriadas”, a “conducir los pueblos a la fe”, a “predicar a los pobres la palabra divina”. Entiende por pobres los habitantes de las zonas rurales de Provenza, abandonados a sí mismos y desprovistos de las ayudas espirituales de la Iglesia».

Esta llamada que Eugenio de Mazenod comprende, le lleva a fundar la Congregación y a lanzarse a predicar misiones populares. Las misiones populares le llevan, de forma natural, a innumerables parroquias de la Provenza y, desde ellas, en colaboración con la Iglesia local, a llevar adelante la misión particular de los oblatos. El objetivo es, como se indicaba, que “vuelvan al redil tantas ovejas descarriadas”, es decir, a la Iglesia, a sus parroquias, a la comunión con la Iglesia Universal que se realiza a través de la Iglesia local, diócesis y parroquias.

Cuando los oblatos se abrirán a las misiones extranjeras, lo harán por la invitación de los obispos o vicarios apostólicos (o por Propaganda Fidei). Irán a países y tierras donde no estaba plantada la Iglesia, donde no había entonces parroquias, pero su predicación y llamada a la conversión de la fe, llamarán a la creación del pueblo de Dios. Y cuando nazca el pueblo de Dios, nacerá la Iglesia en esas tierras y, por tanto, las estructuras ordinarias de la Iglesia, las parroquias.

Con la llegada del Concilio Vaticano II, la Iglesia tomará conciencia, especialmente en Europa y en muchos países de occidente, que la nueva situación del Pueblo de Dios en el mundo secularizado lleva a entender las estructuras eclesiales de un modo nuevo, muy distinto al contexto de la Cristiandad de los siglos pasados.

La parroquia, recibirá la llamada, no sólo de acoger a los creyentes (una minoría en el mundo occidental)
sino de salir al encuentro de los no creyentes (una minoría, pero en crecimiento)
y, especialmente, de los indiferentes (la mayoría que sigue creciendo).

Los oblatos, actualmente, entienden su ministerio en las parroquias en esta clave misionera. Los oblatos de la actual Provincia Mediterránea viven este importante ministerio evangelizador en 27 parroquias, directamente regentadas por oblatos, en 7 países: